Número 41 (abril 2006)
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JUÁREZ Y LOS DEBATES.
Por:gabriel Castillo-Herrera.
En su discurso del 21 de marzo, el candidato de no todo el PRI, Beto Madrazo, casi casi nos convenció de que Benito Juárez era un decidido partidario del debate, como sustento de la democracia, a pesar de que se vio inmerso en un periodo de enconados encuentros que dieron al traste con la paz, por lo que el debate civilizado era poco menos que imposible.
Pero si Madrazo lo dice, no habrá más que creerle, pues –como bien sabido es- Robertico no es nada mentiroso. Así que, imaginemos un montaje en el escenario que abajo describo:
1.- Estudio de una televisora atiborrada de cámaras.
2.- Adela Micha y Denise Maerker como moderadoras.
3.- Cinco podios con sendos micrófonos destinados a los debatientes, cuya posición determina un cartelito con el nombre de cada uno de ellos:
“Félix Zuloaga”, “Juárez”, “Maximiliano”, “Don Clero” y “Porfirio Díaz”.
Adela Micha, ante las cámaras, saluda:
-Buenas noches. Hoy nos encontramos aquí, en este preciso lugar, para presenciar, atestiguar, constatar, convencernos –pues- de que Juárez era un partidario de los debates, tal y como lo afirma, asegura, dice, menciona, el candidato Roberto Madrazo, Golpazo, Porrazo, Chingazo..
-A ver, a ver –interrumpe la Maerker, contra su costumbre- la señal que nos manda Madrazo es que Juárez, al igual que él, es un convencido de la democracia, del confrontar ideas. ¿Cuál sería el posible escenario? Tiene la palabra Félix.
-Denisse, Adela... Juárez tiene miedo de debatir; por eso mi propuesta es declararme presidente, aunque él lo sea, y lo conmino a que se deje, con apego a los ideales democráticos, echarle de cañonazos.
-Y tú... ¿qué dices, afirmas, sostienes, argumentas, Maximiliano?
-Mira, Adela, Juárez tiene miedo al debate; a fuerza quiere sostener la República cuando que lo moderno (si no, que lo diga Calderón) es la monarquía; a fuerza quiere consolidar la independencia cuando lo moderno es que las potencias dominen a los países pobres. Por eso me alié con los conservadores y le pedí a Napo su apoyo militar con el que vamos a hacerlo que debata persiguiéndolo por todo el país a punta de cañonazos. Con eso se dem...
-A ver –interrumpe Denise, contra su costumbre- todos hemos visto que tú, Don Clero, por el papel que representas en la sociedad, eres poco dado al diálogo, al debate; ¿qué tienes que decir a eso?
-No, yo, con el favor de Dios, sí soy partidario de los debates. Juárez es quien tiene miedo a debatir. No obstante que con las Leyes de Reforma nos quitaron tierras y los negocios que hacíamos explotando la fe (quiero decir “nuestra piadosa labor a favor de la fe”), nosotros si queremos dialogar, confrontar ideas, debatir... por eso apoyo a los conservadores y a Maximiliano y los franceses en el debate a cañonazos contra Juárez (¡méndigo indio!)
-Porfirio, a ver, tú eras de la gente de Juárez; a ver, dinos, porque no entendemos tu postura.
-Mire, Dinís, sólo regresaré al pais si el Don Juárez quiere debatir; si no, ni mais. Pero tiene miedo. Yo sí debato con intentonas de golpe de Estado porque a juerzas quiero ser presidente del pais.
-A como veo, miro, observo, intuyo, deduzco, concluyo, determino, Denise, esto no es un debate –dice la Micha- sino... ¡darle con el bate a Juárez! -risotada estruendosa, mientras se agarra la quijada-; pues... ¡dígales algo don Benito! –mientras continúa carcajeándose.
-Bueno, yo digo que...
-A ver –interrumpe Denisse contra su costumbre- lo que quiero que nos digas, Benito, es si es cierto que, como afirma Roberto –Madrazo- eres partidario de los debates como la forma más acabada de la democracia.
El Benemérito, apenas intenta reempezar cuando es interrumpido por los demás combatientes (perdón, “debatientes”):
-¡Populista! ¡Autoritario! ¡Tienes miedo al debate de ideas! ¡Corrupto! ¡Antidemocrático! ¡No te dejas cañonear! ¡Trabajas con Lerdo de Tejada! ¡Quieres acabar con el Imperio! ¡No te quieres poner la verde con Televisa Deportes! –argumentan, en civilizado debate.
La Maerker despide la transmisión, mientras le tapa la boca a Adela (quien sigue, continúa, permanece, agarrándose la quijada y riendo, a pesar de que la mano de su compañera pareciera impedírselo). “Bueno, ahí queda la pregunta en el aire. En las próximas semanas veremos si Madrazo tiene razón. Buenas noches”.
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