Wednesday, October 10, 2007

Periodiquito 18 (Abril 2004)



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¿HACIA DÓNDE VA LA IZQUIERDA MEXICANA?

Por:Gabriel Castillo-Herrera.

Salí del país en plena crisis de los videos y cuando en España, después del atentado ferrocarrilero, el voto popular se volcó en favor del PSOE al confirmarse que la acción terrorista había sido obra de Al-Qaeda y no de ETA, como afirmaba el gobierno de Asnar. El día 29 de marzo, estando en el Aeropuerto Charles De Gaulle de París preparándome para mi regreso, “Le Fígaro” anunciaba “Grave défaite pour la droite”. La izquierda propinó un revés, en las regionales, al presidente Chirac; sólo la Alsacia continuó siendo reducto de la derecha. (ver cuadro que LIBERATION suplicó incluyéramos como colaboración en “Árbol Perenne”, en que el color rojo señala las posiciones ganadas por la izquierda –PS, PCF, principalmente- y el color azul para la derecha).

Esa noche, ya en suelo defeño, mi Yoga-hija me ponía al tanto de lo acontecido en el congreso perredista, donde había ocurrido un desencuentro –según se dice- entre Cárdenas y Godoy.O sea, que las broncas sectarias siguen en pleno apogeo aún después –o mientras, pues no se ve el final todavía- del escándalo de los videos. Cierto es que el PRD es el único partido que ha tomado acciones para sancionar a los miembros del partido que se han visto involucrados en el chisme político –lo que no han hecho el PAN ni el PRI que, aunque finjan espanto, también tienen sus respectivas historias- pero... ¿cuándo van a ponerse a trabajar en las tareas pendientes? Y al decirlo, no me refiero a las “reformas que el país requiere”, como dicen los foxistas y los ricotes, sino a las del propio partido, si es que desean seguir siendo la izquierda.

Nunca, nunca, en las épocas recientes, la izquierda había tenido un representante con tanto arraigo popular. Hoy que lo tienen, en vez de trabajar aprovechando la coyuntura, siguen propinándose patadas bajo la mesa y hasta en la cubierta. Y es una pena que Cárdenas parezca no entenderlo.

En los últimos quince años, él ha sido un personaje central y de suma importancia en el proceso de apertura que este país ha visto. Nadie lo puede negar. Pero también es innegable que su época y su oportunidad, como dicen los chavos, “ya fue”. Hoy dice que el PRD no está listo –o algo asi, no es literal- para ganar la presidencia en el 2006. ¿Y en el 2000, cuando él era candidato, sí?

Comencé este escrito refiriéndome a los triunfos de la izquierda en España y en Francia, no para presumir que estuve en París, sino como reflexión de que el desencanto por los gobiernos de derecha, que son promotores de la globalización y, en algunos casos, achichincles de los EU’s (y México está en ese caso), ha facilitado a las izquierdas el trabajo para sacar el mejor provecho de ello. No por inercia la izquierda está retomando posiciones,en Europa.. El PRD, como partido de izquierda, tendrá que comprenderlo. (¡No ti’agas, pinchi Grabiel; sí lo hicites pa prisumir!)

Hoy, la izquierda tiene al personaje, pero ¿y el programa?, ¿el proyecto? La “honestidad valiente” y “la esperanza” valdrían para la ciudad; pero no bastan para el país. Con la nueva relación de poder en Europa –que no por nada han abatido fronteras y ya casi poseen una sola moneda- se espera un ahondamiento de la brecha ya manifiesta con el poder y ambiciones de la camarilla que gobierna Estados Unidos. Si la izquierda en México aspira al poder en el 2006, es obligado actuar –aún a pesar de nuestra situación geográfica- en congruencia con la izquierda europea. ¿Por qué? Porque de no hacerlo corremos el riesgo de, en el largo plazo, perder la soberanía y de ser asimilados –no sólo económicamente, sino como nación- por el país del norte. Vuelvo a lo dicho ya en números anteriores; México tiene lo que los gringos no tendrán en 20 años: petróleo. En el Golfo de México existen reservas petroleras que también corresponden a Cuba; es por eso que la política de la Casa Blanca se ha vuelto más agresiva contra la isla. La pregunta es ¿cuándo nos toca a nosotros? Todo esto parecería tremendista; pero sólo hace falta echar un vistazo a la historia de este territorio desde antes de que fuera país. Los primeros pobladores fueron obligados a cambiar oro por espejitos y por la fuerza se les mantuvo dominados 300 años. Después, cuando nació el México independiente, también nacieron las primeras disputas entre los incipientes partidos, representados por dos distintos ritos masónicos que agrupaban a los grupos conservadores, por un lado, y los progresistas, por otro. Y ese esquema se ha seguido reproduciendo a través de la historia. Y en el largo camino, los conservadores, que se han caracterizado –cual si fuera una fatalidad a la que estamos condenados por algún dios enfurecido- por su docilidad ante los intereses extranjeros, favorecieron la pérdida de la mitad del territorio; la entrega de los destinos del país a un emperador venido de Europa; la vuelta de privilegios a la Iglesia; la entrega de las recursos naturales a extranjeros y la vuelta a esquemas económicos casi esclavistas. Y después de una revolución y de la creación de una economía de Estado que nos dio cierta independencia, presenciamos -desde el gobierno de MMH- su destrucción basada en el regreso de la economía a manos particulares nacionales y extranjeras. Hoy estamos ante la perspectiva no poco probable de desmembramiento nacional: el norte, asimilado a la economía norteamericana; el centro, independiente; y el sureste ocupado por los Estados Unidos, ávidos de apropiarse del petróleo en cualquier parte del mundo en donde queden las últimas reservas.

La amenaza mundial no es el terrorismo islámico (esos lo son para los EU’s, Inglaterra y sus micos de cilindrero), sino los grandes consorcios globales gringos y sus centuriones poseedores de arsenales inteligentes. Y no lo digo yo con un mero afán gringofóbico; lo dice nuestra historia y la gente pensante -los intelectuales- de los Estados Unidos. Y las izquierdas del mundo tienen el compromiso histórico de actuar en consecuencia. Y el PRD, si es que se considera de izquierda, tiene que empezar a meter orden en sus filas para empezar a pensar –siquiera- en esa senda. Doble tarea; si es que se toma en cuenta –hablando de intelectuales- que hay que luchar internamente contra esa plaga de “políticos”, “intelectuales” y “científicos” que han sido capaces de ofrecer el trono de México a príncipes europeos; que han sido capaces de ser el soporte de un gobierno de 36 años favorecedor de intereses extranjeros; de sabotear y desarticular la economía capitalista monopolista de Estado; de reprivatizar la banca; y –hoy- de promover “reformas” que se traducen en la entrega de los recursos energéticos al extranjero. “Políticos” como Fox. “científicos” como Gil Díaz e “intelectuales” como ese miserable –no voy a guardar las formas con él- Castañeda.

En lo interno, la tarea para la izquierda como gobierno, es hacer una reforma del Estado en su conjunto que permita acabar con privilegios y obstruya los caminos de la corrupción. Heredamos de los grandes imperios prehispánicos la pirámide de estamentos. El poder, desde el México independiente se ejerce de esa manera. Es falso, a pesar de que los presidentes del México post revolucionario sean una suerte de seres omnímodos, que el poder se ejerza desde la punta de una pirámide del tipo egipcio, Y eso todos lo sabemos: los “dueños” del poder en cada estamento son dioses menores -quizá- pero absolutos; tienen que pagar tributo al dios del estamento superior, pero eso no les merma su poder, por lo contrario, los reafirma y los confirma.

Después, diseñar un proyecto de Nación, un Futuro basado en una economía cuyo fin último sea el bienestar de la población en su conjunto; elevar la calidad de vida y propiciar una cultura que por principio de cuentas, nos haga tener un sentido de pertenencia a esta tierra geográficamente delimitada como nuestro país. Identidad nacional, aún que somos una nación multinacional. El pueblo que abandona sus costumbres, su psicología, su esencia, jamás será parte del mundo al que aspira pertenecer; solamente será un lacayo sin origen ni destino. A eso nos conminan los modernos Santa Annas y Lucas Alamanes.

Esperemos que de toda esta crisis que vive el PRD, dialécticamente, surja un nuevo partido. Y no me refiero a uno “nuevo” con otro registro, ni con otras siglas; sino uno cuyos dirigentes y agremiados asuman el papel histórico que a las modernas izquierdas de todo el mundo les está encomendado: acabar con los efectos de la globalización de la pobreza y luchar internamente, dentro del marco nacional de cada país, porque el poder de las sociedades civiles, del ciudadano organizado, saque del poder a los dueños del dinero, el petróleo y las armas.

He dicho y no repito. Y a quien diga algo, me lo quebro, endinos escuincles.



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