Número 47 (Octubre, 2006)
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Por: Gabriel Castillo-Herrera.
La lógica que se manifiesta en la mente de una persona, aquí, en la Cd. de México, desde una posición cómoda, privilegiada, de ninguna manera puede ser la misma que la de un ciudadano oaxaqueño ofendido y resentido que resulta ser producto social de varios siglos -¡siglos!- de marginación discriminación y abusos por parte de las autoridades y poderes fácticos (caciques) que los han explotado.
No es lo mismo la visión de una güerita guapetona que ha tenido la oportunidad de educarse en buenas escuelas, que tiene un trabajo bien remunerado, que vive desahogadamente, que goza de reconocimiento por aparecer cotidianamente en los medios y que se tutea con personajes públicos –aún con el presidente electo- que la de cualquier “hijo de vecino”.
Ella, en su programa dominical “Punto de Partida”, interroga al líder magisterial: “Enrique, te hago la misma pregunta que Flavio Sosa no me respondió: hay evidencia de violencia de los dos lados -está en los videos- donde se puede ver a miembros de la APPO disparando…”.
Hasta hoy, nadie ha podido echar por tierra la explicación de Engels en el sentido de cómo las condiciones materiales de existencia devienen, históricamente, ideología de clase y cómo, posteriormente, se manifiestan como posturas políticas (partidos) con miras a detentar el poder, y cómo, el deseo de dominio, se torna violencia de Estado. No, no se ha podido demostrar lo contrario; pero, pretendiendo borrar de golpe y porrazo tal tesis, se vuelve cómodo mostrar extrañeza ante los brotes de contraviolencia. De tal forma, Denisse Maerker se sorprende de que algunos APPO’s, después de 10 muertos de su bando, no ofrezcan la otra mejilla en vez de contestar los balazos provenientes de los esbirros del gobierno estatal.
El gobierno y la mayoría de “analistas” despistados debieran “darse de santos” de que los llamados “insurrectos” hayan optado por mostrar su buen juicio ante una posible masacre (a pesar de todos los pesares). Debieran “agradecer al Altísimo” que APPO’s y 22’s no emboscaran a la PFP en el zócalo a bombazos molotov. Debieran congratularse de que turbas incontroladas no hayan montado en la plaza municipal –con Ulises Ruiz en el papel protagónico- una réplica del trato dado a Mussolini. No lo hicieron porque el salvajismo está en el otro bando. Y aún se le da al gobernador la oportunidad de solicitar licencia cuando debería ser juzgado.
¿Creerá Denisse -acaso, no lo sé- que lo políticamente correcto sería conminar a la sociedad oaxaqueña, una de las más lastimadas en el país, a que se dé un plazo de treintaitantos años para que se intente juzgar a los políticos responsables de la actual situación cuando sean unos “venerables” ancianos –como ahora lo son Echeverría y los jefes policiales que tuvieron a su cargo la “Guerra Sucia”- o cuando ya hayan fallecido –como Díaz Ordaz y Moya Palencia?
A pesar de la idílica visión foxiana de cambio, el Estado autoritario sigue siendo una constante: ciego ante una sociedad civil que –desde luego- sí se ha transformado.
DEL RECETARIO DE GABRIEL.
1.- Sopa de hongo y perejil.
Ingredientes:
1 kilo de perejil y otro de hongos (preferiblemente champiñones, pues los “ojos de pescado” pueden ser nocivos para la salud).
Modo de prepararse:
Hervir 1 litro de agua, en olla exprés, durante 20 minutos. Agregar los ingredientes (se recomienda tener precaución al abrir la olla, pues pudiera representar un riesgo para su maquillaje). Acto seguido, vuelva a cerrarla (si es que antes no resulta con quemaduras de tercer grado) y espere otros veinte minutos, al final de los cuales la sopa estará en su punto.
Modo de presentación:
Servir en plato hondo (en uno plano puede derramarse) y... ¡listo! ¡Dispóngase a saborear una verdadera ambrosía!
2.- Pescado a la Pimienta.
Ingredientes:
Una lata de atún (es importante señalar que se debe verificar que la etiqueta indique “en agua”).
1 kilo de pimienta negra molida finamente.
Modo de prepararse:
Vaciar el contenido de la lata en un plato. Agregar pimienta al gusto (guarde el restante para otra ocasión). Cómase.
QUE YA NO HABRÁ DESFILE EL 20 DE NOVIEMBRE.
Que ya no habrá desfile del 20 de noviembre. Con tal disposición se deja atrás el ritual con el cual se conmemoraba la gesta revolucionaria de 1910 aduciendo que se trata de una costumbre que ya no corresponde a los tiempos actuales. Anfibologías aparte, ¿qué es lo que el Señor Don Vocerito quiso decir? ¿Qué es lo que considera anacrónico: el desfile o la Revolución? Lo imaginamos, no diga más. ¿No sería mejor decir que las modernas democracias, como la nuestra (yes, man!) no tienen nada qué festejarle a un movimiento en que la violencia fue la principal protagonista y que propició la ingobernabilidad (como en Oaxaca), que no respetó las instituciones (como ese fuchi de López Obrador), que no privilegió el diálogo civilizado (como esos perredistas en el Congreso), ni respetó el patrimonio de los mexicanos (de una minoría que lo tenía en monopolio, como hoy)? ¿No sería mejor afirmar que “México está en paz y trabajando fuerte...” como para pensar en rememorar movimientos en los que reinó la anarquía?
No sea que a alguien se le ocurra no sólo recordarla sino revivir –como se decía en tiempos macartistas- ideas exóticas. ¿No cree?
Etiología y Devenir de lo Naco, lo Chúntaro y lo Chundo.
(Parte 4)
El chundísimo ritual de los pincheaños.
Cuentan las antiguas crónicas de tiempos idos que las fiestas de quince años ofrecidas a las muchachitas por sus padres tenían como finalidad “presentar a la señorita ante la sociedad” -no cualquier sociedad, sino la de la gente pudiente y aristocrática de rancio abolengo- con el fin de que se convirtiera –como en los cuentos compilados por los hermanos Grimm- en prospecto de consorte, pretensa, de algún noble joven (acaso conde, barón o príncipe, como en los mencionados cuentos) con visos a emparentar de manera conveniente, o convenenciera, linajes u obtenerlos a costa de la joven.
De acuerdo con los valores de la época y sitios donde se originó la costumbre, según sugieren los estudios antropológicos y sociológicos más recientes acerca de lo chundo, el buen gusto, en cuanto a la música y tipo de danza, estaba representado por las composiciones de Johann Strauss.
La costumbre llegó a México, se supone, durante el fallido intento de preservar la instauración del Imperio de Maximiliano de Habsburgo, al fin y al cabo austriaco, y fue adoptada por los conservadores antijuaristas deseosos de arroparse con linajes y heredades “patito” que ocultaran su naca condición criolla autoconceptuada al sentirse gachupines de segunda por haber nacido en América, “tierra de indios” (Cfr. Primera parte de la disertación donde se explica el origen cuasi gentilicio de la palabra “naco”).
Se presume que la costumbre se extendió a las capas sociales menos favorecidas económicamente por mediación de personajes que compartían espacios con los nobles europeos y los aristócratas criollos pese a su origen indígena y aún humilde (recuérdese a Tomás Mejía y al mismísimo Don Porfirio) en su afán de treparse a los estamentos más altos de la pirámide social. Pero, como sentencia el dicho popular, “La mona, aunque se vista de seda, mona se queda”; o, como antes dijimos: “naco eres y en naco te convertirás”. O, como dijimos más endenantitos (¡ay, Gabrielito, qué naco eres!), ¿cómo dijimos? ...ya se me olvidó lo que dijimos; pero de que lo dijimos, lo dijimos. De eso no hay duda.
(Continuará)